Silencio

El silencio nos hace experimentar lo más propio de nosotros mismos.
En el silencio no podemos dejar de ser quienes somos, no podemos ocultarnos de nosotros mismos, como mucho menos de Dios, quien es, en definitiva, el que nos introduce en el misterio de lo que somos, en ese misterio que sólo Él conoce, en ese misterio que tal vez nunca llegaremos a develar.
Y entonces solamente nos queda: contemplar, adorar y amar.
 

"Llevemos con nosotros y bien dentro nuestro el divino tesoro de la caridad que es Dios mismo; y, aunque tengamos que andar entre la gente, conservemos en el corazón ese silencio celestial que ningún ruido del mundo puede romper y la intacta e íntima morada del humilde conocimiento de nosotros mismos, donde el alma habla con los ángeles y con Cristo Jesús". (Don Orione)

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