Jueves Santo

Este texto está tomado de unos apuntes espirituales de 1917, huellas preciosas del espíritu apostólico de Don Orione.
La finalidad del sacerdocio es salvar las almas y buscar, especialmente, a las que se van alejando de Dios y perdiendo. Y cuando vuelven debo darles la preferencia, no por compasión sino para ofrecerles el consuelo paterno y la ayuda, dejando, si es necesario, las otras almas menos necesitadas de asistencia.
Jesús no vino para los justos sino para los pecadores.
Presérvame, pues, Dios mío, de la funesta ilusión, del engaño diabólico de que como sacerdote debo ocuparme sólo de los que vienen a la iglesia y a los sacramentos, de las almas fieles y las mujeres piadosas.
Seguramente, mi ministerio resultaría más fácil y agradable, pero yo no viviría del espíritu de caridad apostólica hacia las ovejas perdidas que resplandece en todo el evangelio.
Sólo después de haberme agotado y muerto tres veces corriendo detrás de los pecadores, sólo entonces podré buscar algo de descanso entre los justos.
Que nunca me olvide de que el ministerio que se me ha confiado es un ministerio de misericordia, y que use con mis hermanos pecadores un poco de esa caridad infatigable que tantas veces usaste con mi alma, Dios mío.

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